2.13.2007

Bares ¿Picota o aggiornamiento?

Cual debe ser el destino de los antiguos bares de nuestra ciudad. En nombre del progreso muchas de las veces se arraso con culturas enteras. Como bien señala Dante taparelli, "la barbarie de la picota" por momentos pareciera ser uno de los caminos en pos de avanzar de nivel. Y bien sabido es que los tradicionales bares de nuestra ciudad, no van a ser impedimento de ello. El pasado 23 de enero conocíamos la noticia del cierre del tradicional bar La Buena Medida, ubicado en Buenos Aires y Rioja, que bajaba sus persianas debido a que sus nuevos propietarios, reabrirían el local pero con reformas, siguiendo los preceptos pos-modernos en cuanto a como repensar lo urbano aggiornandose a los tiempos. Problemática Según la opinión del filosofo Olivier Mongin, estamos ante la mundializacion (…) hoy en día si vemos los mapas a escala mundial encontramos tendencias que son comunes en todas partes. Ya no hay ciudad Europea, ciudad china o ciudad árabe (…) lo vemos aquí o en Buenos Aires, una ciudad que debe salir de su etapa industrial (…) Es un tema central ahora porque se nos presenta súbito. “La ciudad se termino es el caos” dice Rem Koolhaas, profesor de arquitectura. Estamos en un mundo posurbano, a menudo tenemos la nostalgia de la ciudad (…) Porque la ciudad siempre es lo soñado el imaginario. Todas las ciudades tienen un buen escritor. La discusión en si, no pretende alejarse demasiado de lo que circunscribe a la problemática de los bares. Y por tal motivo, nada mejor que dejar de lado las consideraciones de los entendidos respecto del deterioro de las grandes urbes y los factores producidos por la mundializacion y retomar las opiniones de aquellos que se identifican con el bar. Me refiero a los parroquianos. Para quienes el solo hecho de “modificar el espíritu de los bares tradicionales. Es menos que una traicion. Poeta Alejandro Dolina en su libro el bar del infierno dice que los parroquianos están condenados a vagar permanentemente por los mismos lugares (…) porque el cafetín es un laberinto (…) pero ellos no lo saben (…) aunque algunos presienten una verdad aun mas temible: no se puede salir del bar no por la falta de puertas, ni por la disposición caprichosa de sus instalaciones, sino porque no hay otra cosa que el bar. El afuera no existe. Voces Por otro lado la arquitecta Mirta Levin, secretaria de Planeamiento municipal, dijo ser partidaria de "encontrar un punto de equilibrio. Si bien hay mucha gente que no quiere ninguna reforma en los bares antiguos que tiene la ciudad, lo cierto es que si no se los acondiciona la gente no va más y terminan abandonados. Por esa razón nosotros apuntamos a la política de preservación no tanto a la conservación que se hace fundamentalmente en los monumentos, y que es como un virtual congelamiento del tiempo. Nosotros somos más bien partidarios de darle vida, renovarlos manteniendo, en lo posible su espíritu", Anuncios Durante el 2007 se va a lanzar un programa tendiente a rescatar los viejos bodegones de la ciudad. En una primera etapa dice Levin "La idea es hacer un relevamiento, formar un catálogo de los bares antiguos que funcionan no sólo en el centro sino también en los barrios”. Catalogo Quien en su momento hizo un catalogo de los históricos bares rosarinos fue Reynaldo Sietecase. Quedo registrado en su libro: Los bares. Barcos en tierra a orillas del Paraná incluyó un recorrido por un puñado de bares tradicionales y simbólicos de la ciudad. De esto hace diez años. Vale la pena ver el destino que corrieron algunos de ellos: * El Cairo (Santa Fe y Sarmiento): Reciclado. * El Viejo Abasto (Sarmiento y Pasco): Sigue abierto. * Olimpia, los 20 billares (Maipú casi Santa Fe): Cerrado. * El Olimpo (Mitre y Urquiza): Reciclado. * Café de la Opera (Mendoza y Laprida): Sigue abierto. * El Ancla (San Juan y Maipú): Sigue abierto. * El Savoy (San Martín y San Lorenzo): Cerrado. Otro habitué histórico de los bares, hincha del bar el Cairo, es Roberto "el negro" fontanarrosa, quien en un Texto preliminar formidable del libro Los Bares. Barcos en tierra a orillas del Paraná. (Reynaldo Sietecase-Mario Laus, 1997, Editorial Fundación Ross) se despacho con una suerte de prologo, mas que sublime. Leamos. Me gusta ir al café porque ahí nunca se habla de cosas importantes. Siempre de pavadas (…) Usted se encuentra allá con los amigos, entonces. Y esa es otra buena. No hay cita previa. No hay que llamar a nadie por teléfono para saber si estará o no estará en el boliche. Usted, mi amigo, va al boliche sabiendo positivamente que allí encontrará, uno, dos, cinco o catorce miembros de la mesa, llueva, truene, garúe o caigan rayos (…) Y se hablará de fútbol, o de política, o de cine, o de mujeres. Largamente, distendidos, sabiendo que nada de lo que se diga allí podrá ser usado luego en contra suyo (…) Al día siguiente (…) el mismo caso. La charla informal, reírse un poco, comentar las noticias, sacar mano. Un cable a tierra. Un recreo. Sentirse más flojo, más liviano. Sentirse bien. Sentirse en casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

como van a matar a lennon..
la concha de su madre